sábado, 24 de noviembre de 2012


Los autores 
van a la escuela 






María Beatriz Jouvé



María Beatriz Jouvé nació el 6 de setiembre de 1963 en Carcarañá, provincia de Santa Fe. Desde los 19 años vive en Rosario, donde realizó sus estudios de Profesora de Enseñanza Primaria. En 1987 comenzó su trabajo como maestra en distintas escuelas públicas de la ciudad, y desde junio de 2006 accedió a la vicedirección en la Escuela Nº 150 “Cristóbal Colón”. En 2000 obtuvo su título de Profesora de Ciencias de la Educación en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. En 2004 presentó su tesis de licenciatura “Los jóvenes en contextos de pobreza y el vínculo con la escolaridad. Representaciones y significados de los actores. Un estudio de caso”. Colaboró con publicaciones de AMSAFE Rosario –sindicato de docentes públicos- y desde 2007 tuvo a su cargo la columna Urgente escuela en el programa radial “La mañana de la TL, conducido por Carlos del Frade y Oscar Ainsuain. Su primer libro publicado fue Crónicas desde la escuela (2008); lo siguió ¿Se nace o se hace? Crónicas de una maestra (2009); ambos editados por Ciudad Gótica. También participó en el libro de autoría colectiva Cine y trabajo (2009). Asimismo publicó, junto a Graciela María Costa y Beatriz Elena Argiroffo, Santa Fe, mi provincia (2011, Editorial Tinta Fresca).






¿Amores perros?




Publicado en Crónicas desde la Escuela.







Amor de perro. Y no es poca cosa. Pienso que en este lugar chiquito se establecen verdaderos lazos perrunos.

Ocho horas. Día de lluvia. ¿Llego tarde? Los chicos están adentro. Afuera, están los perros.

Tres perros mojados, uno de ellos lastimado, todos son flacos y de mirada triste.

Los perros están apostados, custodiando, esperando que sus dueños salgan… Ellos ahora están resignados.. Por no siempre fue así… Hubo un tiempo…

Hubo un tiempo de resistencias, en el que no se resignaban. Verdaderas luchas que se establecían entre los perros, los docentes y los porteros. ¿Quién ganaba? Eran épocas de combate, donde se medía palmo a palmo la astucia, la rapidez, el ingenio. En esa época ellos entraban y se instalaban en los salones, en el pasillo, en el patio, en donde fuera.

Un caso paradigmático fue el de “El Negro”, quien llegó a protagonizar el copamiento de la dirección durante media hora. Entró durante el izamiento de la bandera. Silencioso, valiente, sigiloso. Nadie pudo verlo. Se metió debajo del escritorio de la vicedirectora que, al no verlo, comenzó a realizar su rutina de papeleo diario: registros, planilla de comedor, planilla de copa de leche, planilla de novedades, planillas de planillas.

Pasados treinta minutos su olor a pelo mojado lo delató. Un aroma espeso, a humedad de muchos días, a poco baño, empezó a flotar por el ambiente.

Y entonces… la inteligencia humana pudo más. Nuestra docente estableció las conexiones lógicas entre el olor y los posibles portadores del mismo y en seguida realizó su inferencia: ¡un perro!

Gritos, corridas, forcejeos, batallones de escobas lo apuntaban. Finalmente, acorralado y rendido, salió. Pero en su dolor se veía la mirada digna de los que han luchado. ¿Quién te quita lo bailado, Negro? No cualquiera logra mantener su posición durante treinta minutos en una Dirección.

Los niños miraban el hecho, expectantes. Al verlo derrotado, guardaron su dolor en el bolsillo por temor a futuras represalias y volvieron a sus salones a continuar con sus procesos de aprendizaje: números, cuentas, narraciones, descripciones.

Ese fue el día de la derrota.

Desde ese día, esperan afuera, aunque no muy convencidos. Saben que en cualquier momento se producirá otro vacío por el que poder filtrarse, y esta vez sí, resistir hasta el final.










Manifiesto Yoico






Publicado en Crónicas desde la Escuela.







Yo, la sacrificada.
Yo, la abnegada.
Yo, apóstol laica.
Yo, madre y maestra.
Yo: la planchadora
      la cocinera
      la acunadora
      la cuidadora.
Yo, esa misma yo,
muto y me permuto
deseante y discente,
impredecible y rebelde.
Yo, esa misma yo,
maestra y madre
me asombro y me regocijo
mientras devengo mujer.

Que me quemen en la hoguera
las viejas del barrio,
y los machistas del mundo unidos,
porque yo, esa misma yo,
decido en el ejercicio pleno de mis facultades mentales
asaltar los cielos de mi propio deseo.





Los pibes piojitos







Publicado en ¿Se nace o se hace? Crónicas de una maestra.







Los insistidotes de catorce, cursando el quinto grado.
Los guapos de gorrita desafiantes del mundo, trayendo carpetas prolijas, pidiendo fibras para pintar dibujos a la espera de un: ¡muy bien te felicito!
Los escritores de palabras pegadas, lúcidos a la hora de comprender los relatos de las madres de la plaza.
Las escritoras de cuentos con finales donde todos se casan y tienen muchos hijos.
Los escritores de cuentos donde hay robos, asaltos, persecuciones, tiros y muertes.
Los narradores del otro mundo, invitando a leer entre líneas en sus palabras y en sus miradas.
Las yo quiero ser doctora, maestra jardinera, veterinaria, empleada en Mc Donald y tener una familia.
Los soñadores de futuros lejanos.
Los soñadores de futuros cortitos.
Los que no soñaron nunca.
Los desafiantes y contestadores, portadores de la ley de la supervivencia.
Los no me joda porque llamo a mi hermano y ya va a ver lo que le pasa.
Las hacedoras de tarjetitas: ¡yo la quiero tanto señorita!
Los regaladores de flores robadas en el jardín del vecino.
Los de asistencia perfecta, envidia de Sarmiento, llegando mojados los días de lluvia.
Los un día sí, y cuatro no, inventores de la semana de un día.
Los turno tarde porque a la mañana hay que recuperar el sueño de la noche en carro.
Las contra viento y marea, aprendiendo maravillosamente.
Los “yo vengo a la escuela para ser alguien en la vida”.
Los alcanzados por las balas impunes en una esquina.
Los bellos y luminosos apagados a los dieciocho.
Las de catorce, con sus pequeños hijos transformándome por un rato en abuela.
Los “yo voy a seguir la secundaria”.
Los que deambulan por todos los salones.
Los sacadores de quicio.
Las de la trenza perfecta y el guardapolvo limpio.
Las del pelo sin shampoo ni crema enjuague.
Los sufridores permanentes de dolor de muelas, buscadores de consuelo en la mano de la maestra.
Los sufridores de dolores de panza, de guiso tras guiso en el comedor de la escuela.
Los que no esperan para ir al baño, inundando salones de gases extraños.
Los cuánto falta para la leche.
Los me da otra factura para llevarle a mi hermanita.
Los me escondo la fruta en el bolsillo, mientras no me ve la del comedor.
Los dueños de perros innumerables.
Los que gritan, pegan y patean.
Las que no hablan nunca y se sientan al final del salón.
Las que cuestionan e interpelan.
Las bailadoras de cumbia.
Los sultanes del ritmo.
Las que se disfrazan en los actos escolares.
Las que recitan poesías de memoria.
Los que no escuchan y silban cuando sale la bandera.
Los que forman filas.
Los que empujan en la fila.
Los que todavía están adentro de la escuela.
Los que se fueron, y parece que se los hubiera tragado la tierra.





Relámpagos 
de 
azules vibraciones


Publicado el abril 9 de 2007 en Poesía en Marcha, a raíz del asesinato del docente neuquino Carlos Fuentealba.






Llueve. Llueve. Llueve.
Llueve del cielo y llueve del alma.
Yo, umbrío por la pena, casi bruno.
Quiero ser Miguel Hernández e inundar la tierra con palabras.
Quiero ser Miguel Hernández y escribir la elegía de Carlos Fuentealba.
Por hacer a tu muerte compañía,
vienen poblando todos los rincones
del cielo y de la tierra bandadas de armonía,
relámpagos de azules vibraciones.
Crótalos granizados a montones,
batallones de flautas, panderos y gitanos,
ráfagas de abejorros y violines,
tormentas de guitarras y pianos,
irrupciones de trompas y clarines.
No es efecto del alcohol ni del llanto.
No es producto de mi noche insomne.
No alucino. No deliro.
Sé que no son violines, ni flautas, ni panderos,
no son abejorros ni tormentas de guitarras.
Pero juro y aseguro.
Digo y afirmo
Asevero y sostengo
que a mi teléfono llegan relámpagos de azules vibraciones
que gritan con bronca y dolor:
Las tizas no se manchan de sangre.
Hoy todos somos Carlos Fuentealba.
¡Avisa a todos los compañeros pronto!





El horror 
nos deja 
sin palabras





Texto publicado el 21 de julio de 2009, tras el asesinato de la docente Alejandra Isabel Cugno, residente en San Jorge y directora de una escuela en Cañada Rosquín, provincia de Santa Fe. Alejandra fue asesinada por un hombre que ella levantó mientras hacía dedo en la ruta.







Ahogadas. Las imágenes no pueden ser procesadas. La espera, por supuesto, vana.

Lo siniestro chapotea en el barro espeso de las palabras que no atinan a ser grito. Agujas, vidrios, alambres retorcidos, nudos, no hay palabra, no hay metáfora posible para nombrar lo macabro. No. No se puede. Silencio de muerte. Y un solo rostro, una sola sonrisa, una sola foto. 

Tratar de decir del horror, viniendo del país de los espantos es algo que alguna vez ya hemos intentado. Probar de nuevo. Buscar en los libros, sé que las palabras deben andar por algún lado. Buscar con los dedos ávidos en el teclado. Buscar con los ojos de mirar desacostumbrados. Buscar esas palabras nudos que nos están ahogando.

Femicidio. Así se llama, así debemos nombrarlo. 

Aunque cuando escribo esta palabra, como bien me lo hizo notar mi sobrina Luciana, aparece el subrayado, señalando el error en mi pantalla. 

Femicidio o feminicidio. Así se dice. A fin de cuentas, el subrayado en rojo lo remarca, lo potencia, nos otorga la fuerza que necesitamos para pronunciarlo. 

Soledad, Daniela, Sandra, Irma, Alejandra.

Jóvenes nombres de mujeres jóvenes.

Doscientos siete nombres, en nuestro país, solamenteel año pasado.

Femicidio, que ser mujer a veces nos cuesta demasiado caro.

Violadas, abusadas, maltratadas, mutiladas.

El cuerpo se hace prisión, se torna dócil objeto del amo.

Pariente cercano, o quizás lejano. Marido, novio, vecino, desconocido.

Hombres educados en un sistema que de chiquitos les enseñó a ser amos.

Niñas muñecas arrulladas, aconsejadas sabiamente porabuelas, madres, tías:

“No desates la ira del padre cuando viene cansado.

No busques el enojo del marido cuando regresa a la casa alcoholizado.

Aunque no quieras, no le digas que no esta noche, ni mañana, ni pasado.

Obedece. Somete tu cuerpo, tu idea, tu pulso, tu latido, tu deseo.

Ah! Y no hables con extraños.”

Doscientas siete mujeres asesinadas. Crímenes pasionales, muchos de ellos fueron así rotulados.

La forma de nombrar el mundo es la forma de entenderlo, de vivirlo, de padecerlo o de transformarlo.

La forma de nombrar lo que nos pasa cuando hablamos con la vecina de al lado. 

Si el crimen es pasional está atenuado, justificado. Como en una tragedia griega donde se debe morir por el imperio de las pasiones. Y todos sabemos bien que cuando el destino llama, llama. No hay fuerza humana que lo pueda torcer. Tragedias y destinos anticipados que venimos heredando desde la Grecia Clásica.

Las máquinas del decir del sistema, arman las máscaras que luego entre todos noscalzamos.

Denunciar lo que esconden las palabras, crear nuevas cuando no nos alcancen para romper los moldes de un sistema injusto, desigual, donde se legitima la explotación del hombre por el hombre y la sumisión de la mujer al hombre.

Las estadísticas hablan, y detrás del femicidio, la impunidad cabalga. 

Elena denunció haber sido atacada por el asesino de Alejandra, hace quince años atrás. Hubo denuncia, no hubo condena. ¿Cuántos kilómetros separan a Córdoba deSanta Fe?

Cómo se ve no es una cuestión de distancia. 

La impunidad nos mata.

La violencia contra las mujeres y las niñas y niñosdebe ser cuestión de Estado. Ahí cuando lo doméstico se hace invisiblemente político. Asunto de todos. Cosa pública, materia de Derechos Humanos.

Es urgente profundizar políticas, crear leyes, hacer campañas, prevenir, educar desde temprano.

Los maestros de la provincia estamos de luto.

Como educadores, desde las escuelas, desde el dolor y la bronca que la muerte de Alejandra nos causa, tenemos que animarnos a decir, a buscar juntos las palabras, para conjurar el horror.

Subrayada con rojo sangre aparece la palabra femicidio en la pantalla. Ampliar el vocabulario, dirían las viejas maestras. Hoy puede ser una forma necesaria de ponerle nombre al espanto. 








 Libros publicados














1 comentario:

  1. No pude encontrar el dientito de Ignacio todavía, porque fui a la escuela, pero me entretuve leyendo sus cuentos, Seño....digale al portero que no pase la escoba todavía.
    Gracias. La saludo muy atentamente.
    Ratón Perez.

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