jueves, 13 de septiembre de 2012



Marquitas







Por: Mariana Caballero. Fue maestra de grado, actualmente profesora en Ciencias de la Educación en el Normal Nº 1 y en el Instituto Nº 28 "Olga Cossettini", ambos de Rosario. 








Un día me cansé. La puerta del salón se abría a cada rato en ese  tercer grado, y  decidí tomar, como maestra,  una medida  pequeña pero reveladora.

Ante cada  interrupción de mi clase haría una marquita en el pizarrón. Uno de esos palotes con que los chicos  hacen las sumas  en la hoja de atrás de su cuaderno. La cosa pintaba por el lado de la curiosidad. ¿Cuántas malditas veces, cuántas miles estaban entrando a mi clase?
La cuestión fue que las marquitas se fueron sumando  en el pizarrón verde del grado.  

Permiso ... Le traigo la leche a los chicos... 
Seño, alguno me puede prestar una tijerita que no  
        tengo? 
La planilla de vacunas ¿ la tenés preparada? ... 
Para  la cooperadora, ¿alguien  trajo algo? 
Seño ¿ hay zapatillas para los chicos?

En el transcurso de un día las  huellas de tiza  llegaron a doce y ahí si,  mirándolas, objetivadas, me autoricé a pensar que era demasiado. Que en verdad la interrupción fragmentaba la tarea intelectual  y  volvía  intermitente el  ímpetu de  educar. La salud abría la puerta, la comida interrumpía, la pobreza  metía la cola ... Esos  trazos  inocentes  en medio del verde pizarrón traducían el abandono del Estado y la invasión  que sufre la escuela a manos de otras necesidades urgentes sobre el  tiempo destinado a enseñar y  aprender.  

Cuando la Ministra, el gobernador o algunos  periodistas que conocemos bien  ponen gritos en el cielo por el tiempo perdido  por las luchas docentes, deberíamos  invitarlos a  nuestras aulas a ver cuantas veces las puertas se abren  para cubrir solidariamente lo que ellos mismos generan. Cuántas veces y cómo este  abandono del Estado sobre sus ciudadanos más desprotegidos atraviesa las horas de clase invadiendo el tiempo pedagógico para convertirlo en un tiempo de lucha por enseñar. Porque no son los maestros los que generan la mayor pérdida de  tiempo escolar sino el gobierno cada día, cuando  marca  a nuestros alumnos  con la huella de la pobreza, el hambre y el desamparo,  pretendiendo luego, que una sola institución contenga ese dolor social. Los docentes con cada huelga luchamos contra esas marcas. Y tenemos muy claro que no son  tenues  huellas de  tiza.

2 comentarios:

  1. Hola. Me encantó. Lo voy a compartir en mi facebook. Gracias
    Mirta Sabattier. Suteba Matanza

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